Están envenenando los humedales

Edward Johnn Silva Giraldo

La tingua azul, es un ave migratoria que recorre los paisajes colombianos durante los meses de octubre y marzo. Su propósito es encontrar los humedales, ya que son una fuente ecosistémica de conectividad hídrica y nodos de biodiversidad que le permiten su ciclo de reproducción. Infortunadamente, la tingua encuentra un humedal envenenado, contaminado, desecado y rellenado para la construcción de avenidas y urbanizaciones. En su intento por buscar un lugar de descanso luego del largo vuelo, la tingua confunde los ventanales de las nuevas edificaciones con espejos de agua, ocasionándose heridas de gravedad.

A esta hermosa ave, que representa la diversidad, le están frenando su vuelo y callando su canto. El concierto de aves es interrumpido por maquinaria que inunda de cemento el verde natural. Por ejemplo, planean obras sin el consentimiento de la comunidad, y con la excusa de generar conexión vial o traer un supuesto progreso al sector, deterioran la conexión de los humedales con la flora, la fauna y la riqueza hídrica.  

Con la excusa de generar conexión vial y progreso al sector, surgen mensajes sobre los humedales que confunden a la comunidad: “son focos de inseguridad” y “caños de agua maloliente”, que se deben pavimentar para acabar con el problema de contaminación y otros riesgos relacionados con la seguridad; desconociendo que los humedales ayudan a regular el ciclo hídrico, generar microclimas, producir oxígeno y controlar las inundaciones. 

Para colmo de males, prometen que van a conservar el medioambiente, y por ello construyen un pasillo con plantas, que cumplen una función decorativa, que embellece el sector, pero a cambio se pierden los beneficios del ecosistema.  

El envenenamiento de los humedales da cuenta de una visión antropocéntrica que impera sobre el cuidado de la vida. Entonces, recordé las palabras de un adagio popular que repetía mi profesora de filosofía en el colegio “Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, solo entonces “el hombre” descubrirá que el dinero no se come”  

Hoy se construye sobre los ecosistemas de vida. Los reservorios de agua y los cultivos de papa son eliminados. Los dilemas actuales de progreso invitan a la ciudadanía a comportarse como testigo silencioso de la explotación de la naturaleza y la ruptura ecosistémica; reproduciendo patrones hiperindividualistas y consumistas.

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