¿Unidades aisladas o comunidades solidarias?

Edward Johnn Silva Giraldo

Publicado en el periódico el observador Julio 2021.

Nací en una región de Colombia rodeado de verde natural. Viví mi infancia en un barrio que recién fundado estaba ubicado alrededor de fincas y el río de oro donde se construían historias de “espantos” y unión comunitaria. Los árboles de limón, papaya, guayaba y cacao generaban un aroma de frescura. El agua del río era cristalina; sin embargo, luego se convirtió en el depósito de todo lo que se desechaba, pues el modelo depredador predominante que envenena los ríos contamina el aire y destruye los cultivos, fue cambiando el color del agua y el lugar donde se fabricaban historias por montón, a cualquier hora del día, perdió su esencia idílica. En esa época mi familia y los vecinos nos reuníamos para organizar y realizar actividades deportivas y juegos tradicionales: trompo, yoyo, canicas y banquitas.

En navidad ocurrían encuentros improvisados para conversar alrededor de la música, la preparación y el compartir de los alimentos. Allí conocí las tertulias. Todos teníamos algo que decir, algo que aportar. Esa común unidad nos reunía como vecinos para jugar, conversar y compartir ¡Tiempos aquellos donde se podía jugar en los campos, cuando no teníamos tantas urbanizaciones!

En esa época se empezó a organizar la junta de acción comunal, se levantó la parroquia y en la finca contigua se construyó otro barrio. Recuerdo que me generaba curiosidad la delimitación simbólica que se daba alrededor de estos espacios, especialmente por las barreras artificiales. Es decir, muros de cemento y mentales que promueven la idea de que los vecinos del frente eran de otro barrio, de otro estrato social. Más grave aún, se naturalizó la creencia que había personas importantes. En otras palabras, como señala el escritor colombiano William Ospina -en el libro ¿Dónde está la franja amarilla? -se producía un modelo social excluyente de personas de primera categoría y de segunda categoría ¿Será que ese modelo aún perdura?

Hoy la vida en comunidad se aleja del compartir solidario, la insistencia de una publicidad orientada al consumo y la competencia como única forma de relación imperan en la cotidianidad. Por ejemplo, algunos realities fomentan la idea que la vida es un constante desafío y la consigna del juego se basa en la eliminación. Además, en esta pandemia se ha recurrido al encierro, el aislamiento y el distanciamiento emocional como estrategia de protección, lo cual también contribuye al deterioro de la salud mental. Por lo tanto, es necesario preguntarnos ¿Cómo vamos a proteger la vida? ¿Qué necesitamos para fortalecernos como comunidad? ¿Cómo construir una sociedad solidaria y aprendemos a convivir desde la dignificación humana?

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