El buen vivir y el vivir bien  

Edward Johnn Silva Giraldo 

Publicado julio 2019 en el periódico el observador sabana centro.  

El buen vivir (suma qamaña) y el vivir bien (sumakkawsay) son posturas indígenas que promueven la garantía de los derechos de la Pachamama (traduce tierra en lengua quechua). Estas posturas invitan al reconocimiento de los saberes ancestrales, los cuales conciben la naturaleza como fuente de vida que requiere cuidado. Por lo tanto, el cuidado de la madre tierra se expresa a través de la convivencia humana, una convivencia que busca fortalecer más el compartir que la competencia. 

La competencia promueve el lema “vivir mejor que los demás”. Este lema reitera en la necesidad de estar pendiente del vecino no para brindar apoyo, sino para estar por encima y superar la capacidad de consumo, por ejemplo, a través de un mejor vehículo. En este sentido, el buen vivir y el vivir bien, cuestionan el concepto de bienestar propuesto por la sociedad de consumo que se limita al acceso y a la acumulación de bienes materiales. Es decir, que el bienestar orientado por una visión capitalista enfatiza en un individualismo deshumanizado “primero yo, segundo yo y tercero yo”. En el individualismo deshumanizado impera la cultura del derroche basado en el consumo; del atajo centrado en la inmediatez y de la ley del más fuerte que legitima sacar al otro del camino.   

Los lugares también se han transformado. El parque como lugar de encuentro ha desaparecido. Ahora las familias visitan los centros comerciales y los temas de conversación se limitan a la tarjeta de crédito, las compras y las deudas. El lema de “buena vida” impone un estilo de vivir de manera egoísta y de apariencia. A dicho estilo de vida se le ha denominado bienestar, éxito, progreso, y desarrollo. Desde esta lógica se presiona a las familias a comprar lo innecesario y adquirir deudas con tarjetas de crédito donde los intereses aumentan día tras día, todo para responder a un pedido cultural de buena vida “el que no adquiere una deuda nunca consigue nada”.       

En cambio, el buen vivir y el vivir bien señalan que no se puede vivir bien si los demás viven mal, que lo importante es la vida, y que el objetivo no es aspirar a vivir mejor que los demás. En síntesis, no puede haber crecimiento personal en detrimento de la humanidad y la naturaleza.  

Están envenenando los humedales

Edward Johnn Silva Giraldo

La tingua azul, es un ave migratoria que recorre los paisajes colombianos durante los meses de octubre y marzo. Su propósito es encontrar los humedales, ya que son una fuente ecosistémica de conectividad hídrica y nodos de biodiversidad que le permiten su ciclo de reproducción. Infortunadamente, la tingua encuentra un humedal envenenado, contaminado, desecado y rellenado para la construcción de avenidas y urbanizaciones. En su intento por buscar un lugar de descanso luego del largo vuelo, la tingua confunde los ventanales de las nuevas edificaciones con espejos de agua, ocasionándose heridas de gravedad.

A esta hermosa ave, que representa la diversidad, le están frenando su vuelo y callando su canto. El concierto de aves es interrumpido por maquinaria que inunda de cemento el verde natural. Por ejemplo, planean obras sin el consentimiento de la comunidad, y con la excusa de generar conexión vial o traer un supuesto progreso al sector, deterioran la conexión de los humedales con la flora, la fauna y la riqueza hídrica.  

Con la excusa de generar conexión vial y progreso al sector, surgen mensajes sobre los humedales que confunden a la comunidad: “son focos de inseguridad” y “caños de agua maloliente”, que se deben pavimentar para acabar con el problema de contaminación y otros riesgos relacionados con la seguridad; desconociendo que los humedales ayudan a regular el ciclo hídrico, generar microclimas, producir oxígeno y controlar las inundaciones. 

Para colmo de males, prometen que van a conservar el medioambiente, y por ello construyen un pasillo con plantas, que cumplen una función decorativa, que embellece el sector, pero a cambio se pierden los beneficios del ecosistema.  

El envenenamiento de los humedales da cuenta de una visión antropocéntrica que impera sobre el cuidado de la vida. Entonces, recordé las palabras de un adagio popular que repetía mi profesora de filosofía en el colegio “Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, solo entonces “el hombre” descubrirá que el dinero no se come”  

Hoy se construye sobre los ecosistemas de vida. Los reservorios de agua y los cultivos de papa son eliminados. Los dilemas actuales de progreso invitan a la ciudadanía a comportarse como testigo silencioso de la explotación de la naturaleza y la ruptura ecosistémica; reproduciendo patrones hiperindividualistas y consumistas.